CALATRAVA LA VIEJA

 

Época Romana

No faltan historiadores que siguiendo a Ambrosio de Morales hacen de Calatrava el Litrabum Oretano, ciudad insigne, fuerte y opulenta, la que según Tito Livio (Pretor de la España Citerior) Cayo Flaminio asedió y batió con todo género de máquinas de guerra habiéndola asaltado hizo prisionero entre los demás a un Régulo muy distinguido llamado Corribilion (192 años antes de Cristo).

La existencia de población oretana o primitiva en el sitio que ocupó después la villa de Calatrava está perfectamente comprobada por los restos, que aún se perciben, y haberla escogido los romanos para paso del Guadiana del camino militar que abrieron entre Sevilla y Toledo, que tan importante había de hacer, corriendo el tiempo, otro pueblo no menos guerrero que el romano, el musulmán.

 

Época Árabe

Los árabes la fortificaron y le dieron toda la importancia militar y civil. La llamaron Kalaat Raawak ó Qal'at Rabah (Calatrava), que se interpreta según los eruditos Castillo de las Ganancias. Asentaron los musulmanes la fortaleza de Calatrava sobre el alto y redondo cerro de tierra, ceñida por ancho y profundo foso, bañada por el Guadiana, cuyas aguas inundaban a aquél, y coronada por fuertes torreones, de ancha y espaciosa plaza de armas y robustas murallas, era fortaleza capaz de numerosa guarnición y difícil de ser sorprendida por la ancha y escueta llanura que se extendía a sus pies. Arruinada y destruida Oreto en la invasión de los árabes, necesitaban éstos una ciudad que sirviera de cabecera de esta región y asiento de sus gobernadores. Las existencias de sus rápidas y dilatadas conquistas y las disidencias que entre ellos se iniciaron al poco tiempo, les hizo comprender la conveniencia de conservar libre y expedito el paso del Guadiana y las comunicaciones entre Córdoba y Toledo; Calatrava les ofrecía estratégica posición a este objeto y a su abrigo al de Salvatierra conducían sus huestes desde Andalucía a Toledo y a través de la Mancha.

Teniendo en cuenta la época en que los historiadores nos dan a conocer Calatrava, como punto fortificado, cuidadosamente conservado y defendido por los gobernadores o representantes del Califa, de Damasco en Córdoba, puede fijarse su construcción en los primeros años del gobierno de Jossuf Abdo Rahmen Al Fihri, y sobre el 750, cuarenta después de su sangrienta victoria en Guadalete.

Desde su fundación aparece el Castillo de Calatrava ejerciendo importante misión, alguna vez decisiva, en las discordias que regaron abundantemente este campo de sangre musulmana. Unida a los Emires de Córdoba, quizás debieron a su fuerte apoyo la superioridad sobre los rebeldes de Toledo, el que éstos no pudieran extender su influencia más allá de los límites de la antigua Carpetania, y amenazar a sus aguerridas huestes a la misma Córdoba. Siempre que Toledo se Alzaba en rebelión contra la autoridad constituida en Córdoba, capital de Gobierno musulmán, y lo hacía en el momento en que un nuevo Califa venía al trono, tenía en Calatrava un enemigo encarnizado, que no le dejaba reposo. La Mancha rara vez estuvo libre de las huestes agarenas, por ser el teatro por la fuerza de las armas ventilaban sus querellas. No siempre permaneció Calatrava fiel al gobierno de Córdoba; tomando parte con todas la tribus establecidas en La Mancha, con el rebelde Caleb ben Hafsun se sustrajo al dominio de la metrópoli por espacio de veinte años –889- hasta que en sus mismos campos quedó vencedor Abdo R Rahmen Mohammad III.

No es fácil determinar la época precisa en que cada una de las provincias de la España musulmana comenzó a ser y llamarse independiente pues hasta el nombramiento o elección de Abén Gehowar –1030- no se vió que cada uno se apellidaba rey y obraba por autoridad propia. Ismael ben Dylnum se alzó con el reino de Toledo, extendiendo sus dominios hasta el Guadiana. Muerto el de Córdoba, su hijo Muhammad, que le sucedió, pretendió avenencia con aquél , pero rechazado con altanería determinó hacerle cruda y viva guerra ordenando al candillo Hariz ben Alakem, que estaba en la frontera de Calatrava, entrara en tierra de Toledo a talar la comarca –1045-. Ofendido el de Toledo se alió con el de Valencia y entrando con poderoso ejército en La Mancha derroto a Hariz ven Alakem y se apodero de todas las fortalezas de este país, avanzando por sus conquistas hasta Sierra Morena –1048-. No permaneció mucho tiempo Calatrava en poder del Rey musulmán de Toledo, pues confederados los reyes de Córdoba y Sevilla le vencen en el río Algodor, haciendo este último traición a su aliado, se apodera de la ciudad de Córdoba y del trono, y extiende su dominio hasta el Guadiana –1078-. De acuerdo después con Alfonso VI de Castilla, mientras éste avanza sobre Toledo, se apodera de Calatrava y de otros importantes pueblos de la Mancha, los que habían después de constituir la dote de la hermosa Zaida. Desde esta época quedó unida la fortaleza y villa de Calatrava al reino de Córdoba, hasta su conquista decisiva por las armas cristianas.

 

Época Cristiana

Pelayo de Oviedo, nos dice, que Alfonso VI no descansó sobre sus laureles, después de haber en 1085 conquistado a Toledo, sino que aprestando su victoriosa hueste tomó camino de Andalucía, corrió toda La Mancha, apoderándose de los pocos castillos que aún estaban en poder de los musulmanes y haciendo presa. No fue esta la primera que las armas cristianas pisaron esta tierra; pués según el obispo Sampiro, mientras el Califa de Córdoba peleaba en España oriental contra el rebelde Calef ben Hafsun, Ordoño II llevó la guerra hasta el Guadiana, entrando a saco en todas las poblaciones, cogiendo rico botín y numerosos prisioneros y sembrando el terror y espanto en el corazón mismo de la dominación sarracena –922-. Si los triunfos del victorioso Rey D. Alfonso dieron a entender a los escasos moradores cristianos de la Mancha, que muy pronto sacudirían el yugo mahometano, también inauguraron aquella época aciaga de lucha incesante, de represalias crueles y de malestar indecible, que dieron por resultado su completa despoblación. Quizá en este triste y azaroso período recibió la antigua Oretania el nombre de Manxa, desierto, que los cristianos al hacerla suya castellanizaron con el de Mancha, como desde aquella época es conocida.

Proclamado Alfonso VII Rey de Castilla en 1144 con poderoso ejército entro por la parte de Toledo y camino de Calatrava. No tomó esta fortaleza, pero corrío la tierra haciendo cautivos y despojos, tomó y saqueó Alarcos, Caracuel, Mestanza, Almodóvar y otros pueblos. En el mes de Enero de 1147 con aguerrido ejército se puso sobre Calatrava. Hallábase esta fortaleza defendida por numerosa guarnición, como fuerte avanzando, desde el que continuas correrías y frecuentes alarmas sostenían los moros con ventaja en la lucha y hacían gravísimos daños en los campos y pueblos de Toledo. Apretóse el cerco, que fue largo, ganando al fin la plaza tras recia acometida.

El Emperador, juntamente con su mujer Dª. Berenguela y su hijo don Sancho, otorgaron en Salamanca el 13 de febrero de dicho año carta de donación a "Raimundo Arzobispo de Toledo, primado de España y a sus sucesores y a todos los canónigos de la Iglesia Catedral de Santa María la Mezquita Mayor de Calatrava con sus tiendas, viñas y todas las heredades que tuvo y poseyó en tiempo de los moros; y os la doy para que como hasta aquí fue Mezquita de Moros, la hagáis casa de Dios e Iglesia de Fieles, haciendo que diez clérigos, presbíteros y diáconos permanezcan allí para su servicio. Además os doy el diezmo de todas las rentas reales de Calatrava, conviene a saber, de portazgo, del quinto, de las tiendas, de los baños, de los hornos, del pan y vino, de los molinos y de la pesca, y de todo lo que pertenezca al fisco".

El Arzobispo consagró la Mezquita Mayor de Calatrava en honor de la Virgen Santa María y puso en ella los diez clérigos, concediendo al superior jurisdicción eclesiástica un título de arcediano de Calatrava. Viendo además el Emperador lo mucho que importaba para la seguridad del reino de Toledo, que la villa y fortaleza de Calatrava se conservase en poder de las armas cristianas, por estar frontera de los moros de Andalucía, en el año 1150, tres después de su conquista, hizo donación de ella y confió su custodia a los Templarios, milicia religiosa establecida en Castilla desde 1128.

La muerte del Emperador acaecida en las Fresnedas cerca del Puerto del Muradal el 21 de agosto de 1157, la repartición que se hizo de sus reinos entre sus hijos D. Sancho y D. Fernando y las disidencias a que aquél suscitó el de Navarra alentaron a los moros, los que adentrándose por La Mancha, recobraron a Almodovar, Alarcos, Caracuel y demás pueblos conquistados por D. Alfonso en 1155. Juntándose después en gran número amenazan atacar y rendir a Calatrava, con el fin de internarse en el reino de Toledo y concluir con el nombre cristiano; flojeó el ánimo de sus defensores, el Maestre de los Templarios fue a Toledo, donde residía entonces D. Sancho "El Deseado", le manifestó que no se atrevía a defender la plaza de tanta fuerza coaligada, le rogó se sirviera tomarla para su Corona Real y enviar gente para su defensa. Estuvo en su poder ocho años y la defendieron con grandes gastos de hacienda y peligro de sus personas, porque todos los días eran acometidos de los moros. El Monarca aceptó la dejación, y la fortaleza y villa de Calatrava y volvió a entrar en Patrimonio Real.

 

La Orden de Calatrava

Afligido D. Sancho con esta determinación, y con el fin de preservar sus funestas consecuencias ordenó, que los heraldos pregonasen, que si algún caballero o persona poderosa se atrevía a tomar a su cargo y riesgo la defensa de Calatrava, se la cedía por juro de heredad para sí y sus herederos con todos sus términos, castillos y aldeas. Sólo dos religiosos cistercienses tuvieron ánimo para defender a Calatrava; uno fue D. Raimundo Serra, Abad de Fitero, y D. Diego de Velázquez, hidalgo y antiguo soldado del Emperador.

Al abrigo de los privilegios y exenciones que S. Raimundo condecía de acuerdo con el Rey de Castilla, acudieron pobladores de toda la Monarquía al Campo de Calatrava. Al trasladar el convento de Fitero a Calatrava y organizar su defensa contra los ataques diarios de los moros allegó los materiales sobre los que se había de levantar la poderosa Orden de Calatrava.

La residencia de la Orden en Calatrava la Vieja por su defensa del paso desde Andalucía logro atraerse la admiración y gratitud de Castilla. En la batalla del 19 de Junio de 1195 en Alarcos perdida por el D. Alfonso terminó con la vida de más de 20.000 hombres dejando la Orden sobre el campo de batalla la mayoría de sus caballeros. La toma de la fortaleza de Calatrava, el sacrificio de sus defensores, la devastación de sus términos fue realizada por los moros.

Despojada la Orden de su fortaleza se refugió en Guadalerza, después el Ciruelo, pasando más tarde a Bugueda y Cobos. Calatrava la Vieja fue reconquistada pero ni los privilegios concedidos nuevamente por D. Alfonso ni los esfuerzos de los caballeros lograron salvar del sudario de muerte al Castillo de Calatrava la Vieja después de la derrota de Alarcos. D. Martín Fernández de Quintana, Octavo Maestre de la Orden, traslado el Convento a su nueva Residencia, frente a Salvatierra, decretando con esto su abandono y ruina, despojándolo antes de su ornato religioso, de sus reliquias, de la imagen de Nuestra Señora de los Mártires y de las cenizas de los primeros Maestres allí sepultados –1211-.

Pero la Historia de la Orden de Calatrava y del Castillo Convento de Calatrava la Nueva no son objeto de análisis en este artículo sobre el Castillo de Calatrava la Vieja. Antiguos historiadores cantaban

"El viento al traer en sus alas desde los campos andaluces los gritos de victoria, ya no agitará nunca la bandera de la Cruz en la torre del Homenaje; ni el sonido de su campana advertirá más a los moradores del campo el momento de la oración, ni la hora de sosiego, del peligro y del combate. La bulliciosa animación de la plaza de armas y los cánticos sagrados de los religiosos bajos las bóvedas de su iglesia enmudecieron, y el silencio y la soledad tienen como encantada la comarca.

Las torres que desprecio al aire fueron,

A su gran pesadumbre se rindieron.

Sobre los soberbios muros, poderosos durante tanto tiempo a contener el violento oleaje de alarbes invasiones, abre surcos el labrador para cubrir tanto abandono y olvido con la corona de flores y espigas de la fecunda naturaleza ¡Efímera condición de las obras humanas!."

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